Quizá porque el verbo, el que nos mueve o nos detiene... a menudo no corre de nuestra cuenta.

martes, 10 de abril de 2012

Negación sorda.



Hoy vamos a la  revisión del porcentaje de minusvalía... Lo acompaño, pero no sé si podré -o me dejará- entrar antes para charlar con la doctora. Es consciente de su enfermedad pero no la acepta. Se apodera de él un miedo atroz que va asociado con  dos ingresos psiquiátricos; no consigue olvidar. Hablar del tema lo sume en una tristeza profunda; el dolor psíquico supera al físico por muy alto que fuera el umbral. A pelo. Así se presentará hoy. Sin informes nuevos porque rechaza la medicina y a los médicos. ¿Tanto daño te hicieron en el psiquiátrico, hijo? Todavía no se ha levantado de la cama. Poner el pie en el suelo es el preludio de una visita que rechaza; es hurgar de nuevo en la herida... otra vez en carne viva.

Hijo mío... Has pagado la inexperiencia de unos padres que no notaron nada anormal... y de unos profesores que, en lugar de echar un cable, te humillaron. No les culpo. A veces es complejo distinguir una patología de un mal comportamiento. 

Reventada de una Semana Santa con la casa hasta la bandera, se me antoja mucho más agotador estar a la hora convenida en la consulta. Como siempre, en Sus manos lo dejo... Yo ya no puedo más.