Quizá porque el verbo, el que nos mueve o nos detiene... a menudo no corre de nuestra cuenta.

martes, 24 de abril de 2012

Achicar agua.




"(...) la memoria no es reproductora, sino reconstructiva. Lo que recordamos es a menudo una mezcla borrosa de detalles precisos y de todo aquello que encaja en nuestras creencias, necesidades y emociones" (Seera Clifasefi, psicóloga de la Universidad de Washington (EEUU)."



Un candil en una noche cerrada. Si es cierto, hay posibilidades de sanar una memoria que hiere cuando arranca el complicado engranaje del recuerdo. Todo lo que está escrito se puede borrar aunque quede la hendidura del lápiz de punta afilada. Las resonancias no. Son notas en rojo a pie de página o aclaraciones con letra pequeña de color azul que no respetan la sangría. Existieron los hechos, solo los hechos. Y los hechos pueden enterrarse y rezar un responso. Lo que nos envolvió en papel de lija sucedió más tarde con el cuerpo de lo vivido todavía caliente; efectos colaterales se los denomina a veces. 

Si el eco de la vida pasada no sirve para superar obstáculos, para sumar bondad, solidaridad... una parte de las "creencias, necesidades y emociones" se ha salido del cauce del río. Y no desemboca en el mar purificador. 

Todavía debo achicar agua. Debo... y quiero.