Quizá porque el verbo, el que nos mueve o nos detiene... a menudo no corre de nuestra cuenta.

jueves, 24 de mayo de 2012

Patas hasta el fondo.


Tremendo desasosiego. No sé expresarme cara a cara sin que asome la entraña por la boca. Otra vez la incontinencia verbal me la ha jugado y , de nuevo, un hijo se avergüenza de su madre. 

Tomo una decisión. Esos lugares que me descomponen solo con colocar un pie, solo con respirar el mismo aire que respira según quién, solo con atisbar miradas torcidas... no me convienen. Un repaso rápido. Necesito saber con urgencia qué es eso que me desbarata y tira de mi lengua sin que la voluntad alcance a doblarla antes de haber escupido hiel...  Rápido. Sin pensarlo demasiado: el cinismo, la intransigencia disfrazada de humanidad, una pretendida y creída superioridad moral... bfff... Eso y similares. Será eso. Y yo devuelvo  miseria con más miseria: ataques frontales, crispación y mala educación. Dios me perdone... y me ayude a afinar esas cuerdas que estropean cualquier melodía cada vez la intento rasguear...