Quizá porque el verbo, el que nos mueve o nos detiene... a menudo no corre de nuestra cuenta.

sábado, 26 de mayo de 2012

Aprendiendo...



Robert Doisneau
Me dicen hace un tiempo que firmaría en un ladito el estribillo de la canción de Drexler y... ¡vamos! No... Qué verdad "nunca digas nunca jamás". Cuando el entendimiento está alborotado por percepciones alojadas en la memoria interna y el paso del tiempo las ha deformado hasta el esperpento..."no pienses de más". Porque el sueño de la vigilia, la sinrazón con pretendida razón... "produce monstruos"

No me importa estar sola. Cada día que pasa es más frecuente... Pero empiezo a tener respeto por estas tardes eternas en las que el barullo propio de mi hogar da paso al silencio sepulcral. Sin apenas moverme recorro el mundo y sus contornos... y cada vez me gustan menos. La presión es una fuerza sin manos que comprime unos instantes un cosmos subjetivo... y desaparece. Si la zozobra de la  mente pudiera desatarse y pintar la estancia... sangrarían los muros como una cascada de lamento ciego. Recuerdo a un periodista de prestigio que alguna vez, leyendo determinados posts, preguntaba la causa de unas tristezas que no alcanzaba a comprender. Y yo... seguro... tampoco sabría despejar su incógnita. 

"No pienses de más...
cuando te quedes sola.
(...)
No dejes pasar las horas.
La vida es así.
Cambia el viento.
Cambia la estación.
No siempre se encuentra 
una razón..."

Tal vez , de cuando en cuando, habrá que admitir que "no siempre se encuentra una razón". OK, Drexler.