Quizá porque el verbo, el que nos mueve o nos detiene... a menudo no corre de nuestra cuenta.

martes, 17 de julio de 2012

Dormir.


Ilustración : Igor Morski

Empiezo a conseguirlo. Hoy ha fallado, pero me da tiempo a pensar sobre ello. Viene a ser como el post anterior con una perspectiva opuesta. Uno no se da cuenta de determinadas carencias que hacen callo... que ni recuerdas cuándo empezaron  a ser costumbre... hasta que cambia la tendencia. Y piensas... ¿cómo me mantenía en pie? 

Claro que lo piensas a posteriori -fea expresión aunque en este caso es la correspondiente-. Y entiendes la irritación que no es más que falta de descanso... incluso la bolas mentales que obedecen a una causa de fácil deducción: unas neuronas con actividad frenética que no se toman vacaciones.

Y fastidia un pelín que, al final, cualquier historia de este estilo se resuelva con una pastilla de un color atractivo. Y después das gracias al facultativo por haber dado con ella. 

La psiquiatría, en determinados sectores, todavía es un tabú. Y reconocer abiertamente que eres usuario, sorprende. No me extrañaría que una de las conclusiones del receptor fuese añadir un grado más a la supuesta locura solo por el hecho de tratar el tema sin tapujos. ¡Pero si el mundo podría dividirse entre la minoría que no sufre jamás desequilibrio alguno y el resto de la humanidad...! A qué tanto rincón para esconder lo que ya no es ni debe considerarse una anomalía atípica. 

Un saludo solidario a los que les aturde el insomnio, aunque sea intermitente...