Quizá porque el verbo, el que nos mueve o nos detiene... a menudo no corre de nuestra cuenta.

miércoles, 4 de julio de 2012

Cipreses.


Alargados, puntiagudos como lanzas... Es el paisaje de fondo cuando escribo. Hoy relleno. Necesito teclear porque sé que después me sentiré mejor. Mañana llega la pequeña de la maleta grande, pero se va otra vez el sábado. Veo, veo... ¿Qué ves?... una cosita que... tiene pies...Y el grande-niño batallando con el curro ; en sus curros tenemos siempre el alma metida toda la familia. ¿Durará? Ayer le dijeron que era un desastre pero... ¡es el que más vende! No termina la cuerda. Me gustaría saber dónde tiene el almacén de repuesto. Casi seguro que en el corazón y en el "orgullo" torero de que esta vez sí. Se lo quiere demostrar a sí mismo. 

A los medianos se les nota en la mirada el corazón partío. Amores juveniles con ancla pesada. Brillo en los ojos. Los hace más guapos; también más embobados... Echan de menos y desaparecen con el teléfono... Y en ellos veo esa ilusión. Es bonito... También yo lo pasé. Y también nosotros teníamos días de añoranza por la distancia.

Hoy bochorno. Los cipreses son más verdes a medida que desaparece el sol. Apenas se mueven.  No sopla la brisa del mar. Algún movimiento brusco cuando las ardillas recorren el tronco. La punta hacia arriba, como aquellos de Gironella... que creían en Dios.

Pues eso...