Quizá porque el verbo, el que nos mueve o nos detiene... a menudo no corre de nuestra cuenta.

jueves, 7 de junio de 2012

Días duros.



Primavera con retraso y experiencias patológicas distintas. No sé afrontarlas. Es todo tan nuevo... La calle es un peligro potencial y el hogar un refugio peligroso. La primera vez que el dolor es vacío insufrible. La primera vez que no atisbo el lugar donde se esconde el alma. Y necesito el alma para salir del encierro existencial. El alma que tiene ojos para contemplar el latido de lo invisible y lo eterno. Lo que sacia sin saciar. 


Entiendo la desesperación profunda de quien no puede sacar las manos de los bolsillos para señalar al cielo. Es la primera vez. También la primera vez que el pánico a la soledad ronda en mi vida y tengo miedo de tanta ausencia... miedo de ser yo quien quiera definitivamente acabar con ella. La nada no existe. Sí existe. Incluso podemos tomarle medidas...altura, volumen, peso... Porque la nada es un hueco donde antes residía la respuesta a las grandes cuestiones del hombre. Alguien, algo... no sé... ha cavado con ahínco. 


Deseo poder seguir musitando...Señor mío y Dios mío...