Quizá porque el verbo, el que nos mueve o nos detiene... a menudo no corre de nuestra cuenta.

miércoles, 13 de junio de 2012

"Amar lo que tenemos y lo que somos..."



Lo acabo de leer en una bitácora de una mujer que escribe como los ángeles.... si es que los ángeles escriben.  


Amar lo que tenemos se me antoja fácil cuando se tiene -y siempre se ha tenido-  lo justo. Y si no se tiene, la imaginación corre con los números rojos. En el fondo, no hay tantas cosas absolutamente necesarias. 

Lo que somos.... Corrijo, que el ser humano no es un conventillo. Lo que soy, ¿es amable? ¿Hoy y ahora, en circunstancias X... en momentos en los que la voluntad no discierne Y de Z...? Vale. Abrir el almario ahora me resulta más fácil. "Eres, aunque todavía no sabes quién", dixit mi querida "facultativa". Supongo que tampoco soy, por ello, una extraterrestre; todo está inventado. Pero estas habas las tendré que cocer yo. Aquí no valen repuestos ni relevos. Hasta la fecha no tengo noción de haber vivido un zarandeo existencial. Tarde, pero ha llegado. ¿Es bueno? ¿Es saludable? Es.  De momento. Y no creo en el azar. Lo único que saco de esta experiencia es que se sufre como si te arrancaran poco a poco la raíz casi pegada a esa zona de confort de tierra seca, cuarteada... Por lo visto no ha llovido desde hace muchos años. Un día descubres que tienes sed, mucha sed. Sabes que ahí no hay agua y puedes morir deshidratado. Todavía eres, estás... pero no en la ubicación que te pertenece a pesar de que ignoras cuál es la tuya. Tiempos en los que no caminas, no ves, no sabes... El amor no es genuino si no brota de la verdadera identidad. En palabras de San Agustín : "Dios es más íntimo a nosotros que nosotros mismos". Creo que Él me concederá la gracia de reconocer las señales donde podría situarse el oasis en la travesía del desierto. No se te ahorrará nada. Mientras dura, tragas polvo. Y la esperanza se empaña. Y la caridad muestra sus heridas ... las reales, las que quizá nunca habían sido destapadas.