Quizá porque el verbo, el que nos mueve o nos detiene... a menudo no corre de nuestra cuenta.

domingo, 24 de junio de 2012

Conatos de libertad.


Eso me pareció ayer. La ilusión de una velada que nos hacía mucha ilusión. Los dos solos, sin retahíla y con la mejor gente. Esa gente amiga que saca de ti lo mejor, que acoge y en ningún momento te fuerza a que dejes de ser tú. Parece sencillo. Pues no lo es. Cuando estamos con ellos no se tensa ni un músculo... y por un rato olvidas que eso solo es una escapada. 


Es un conato. La Cenicienta siempre tiene las horas contadas. Regresar a casa es una lotería. 

No la toques más... 
Que esta no es tu canción. 
Ni eres viejo ni perdedor ni estás derrotado.
Ni te sienta bien. 
No lo hagas más... 
No hace falta que tu niñez siempre vuelva a tocar contigo...
Que la cuerda ya está suficientemente tensa... 

A pesar de todo y con todo... aunque hoy me cueste, hoy más que otras veces, verbalizarlo... te quiero. Porque existes. Y todo lo que parece una resta... se te ha sumado en humanidad, niño-grande.